Lima debe Apostar por Chorrillos: Playas y Malecón

Lima, y me temo eso siendo limeño, está ante el serio riesgo de volverse un paradero y no un destino. En 2 años, el aeropuerto internacional del Cusco cambiará la lógica del turismo en el Perú. Hace rato que en el mundo el Perú se llama Cusco y Machu Picchu y que el aeropuerto de Lima, a unos mil kilómetros de Cusco y Arequipa, es un punto obligatorio, pero no buscado, para irse de allí a otros lugares que ese turismo que quiere conocer el Perú, encuentra más interesantes.

Ese turismo ya sabe que en Lima se come rico y hay historia, pero también que es un inseguro laberinto, y que el tráfico es un caos y el centro son principalmente fachadas bonitas que encierran conflictos sin afrontar.

Las guías de los turistas desaconsejan ir, y sugieren tomar el próximo vuelo local: al Cusco, a Arequipa, a Trujillo, a Lambayeque, a Iquitos, a Puerto Maldonado (…) adonde sea.

Ergo, Lima necesita de urgencia otras estrategias en turismo, pues hoy en eso vive de prestado.

Y esa crisis honda no se resuelve con más restauraciones de fachadas ni con flores en algunas plazas. Absurdamente se desperdicia dos proyectos que están listos para hacer ya obras, Recuperar el Río Rímac (Río Verde) y el Plan Estructurador de la Costa Verde, donde hay 16 conexiones estudiadas en proyectos para conectar el malecón alto de 6 distritos con el malecón bajo, hoy casi abandonado.

Y no se debería seguir con esas aburridas disquisiciones sociológicas y esos afanes de diagnóstico perpetuo que tienen décadas y que no consiguen cambiar nada, ni que se invierta en un sólo metro cuadrado allí donde sería deseable y es urgente.

Sigue la inversión privada en Lima muy alejada de la pública.

Y ésta última no alcanza para que la enorme metrópoli supere su ya vieja crisis. La estrategia gerencial para una Lima sostenible y adaptada a cambios tiene que tener, en vez de confusión sobre sus prioridades, y de improvisaciones o venganzas políticas en elegirlas, usar lo que se tiene y potenciar lo que se puede. En alianza con los distritos, para que sus centros se reactiven, alimentados por un tejido renovado y ordenado de transporte público.
Si se hace eso, la inversión privada inmobiliaria podrá acompañar a la pública. Y así todos ganamos, Si no, seguirá este desmadre en cada uno va a la suya.

Entre esas claras prioridades estaría que Lima entienda que tiene litoral, y que allí hubo playas enormes que fueron agredidas y se puede recuperar rápidamente porque se sabe cómo y dónde. Las más históricas son dos: Agua Dulce, donde termina la bahía de Lima, y La Herradura, ese viejo destino que mereció que el concesionario del viejo tranvía, antes tren, de Lima a Chorrillos, invirtiese con su plata en ese túnel. Los entusiastas bañistas eran dejados al pie del túnel y bajaban, mientras el tranvía giraba en un disco pivotante para regresar hacia la Plaza San Martín, pasando por Barranco y Miraflores, y por unos campos y haciendas que se llamaban Lince o San Isidro.

Esa playa de La Herradura fue agredida en 1984 a dinamitazos, botando rocas al mar, para crear apuradamente un innecesario camino a La Chira. Y eso alteró al mar, y aceleró sus olas contra el espigón. Esas olas dejaron y siguen dejando en esas rocas residuales la arena que traen, y con su fuerza aumentada se llevaban, y siguen llevando, la arena, desarmando el equilibro milenario.

Eso se arregla rápido y está estudiado por la Marina del Perú. Se puede dragar y remover esa roca dinamitada, y se puede así corregir el desequilibrio artificial, devolviendo al mar la lógica natural. Y se puede “sembrar” arena, como se hace en todo el mundo. Para cambiar la actual rasante artificialmente acelerada.

Pero hay que hacerlo, ahora bien, y sin improvisaciones como se hizo, en esos tiempos de omnipresencia de Odebrecht, sin ninguna correspondencia con el proyecto de Recuperación de La Herradura, y para disimular eso del Cristo feo y copiado, hace varias gestiones municipales.

Chorrillos ofrece enormes oportunidades. Y merece ser priorizada como destino natural de la identidad marina y pescadora. Los primeros pescadores y nadadores de Lima fueron los de Armatambo. y José Olaya, ese héroe patriota cívico y no militar era pescador.

Ya, hace rato Chorrillos es el destino veraniego de gente de todas las Limas, pero de manera caótica. Y ya se ve atravesada por un tráfico inmenso, puesto que la conexión hacia el Sur por la Panamericana, sobrecarga su histórico malecón. Ése que era la envidia de los chilenos en la guerra del 79, quienes lo quemaron.

Allí habían ido Virreyes y Presidentes. Y desde que los balnearios se volvieron en el siglo 19 los destinos del turismo de temporada, fue EL BALNEARIO más buscado, en balcón sobre el mar, incluso más que el muy hermoso Barranco, que estaba más atrás y cobijado. Y los dos distritos deben y entiendo que quieren sumarse como atractivos, para darle a Lima lo que le falta: escenarios visitables, motivos para pasear y quedarse, volver a ser destino.

Hoy esos escenarios naturales, y el Moro Solar, están absolutamente desperdiciados. Estuve estos días con mis alumnos de Arquitectura de la UNI, y tuvimos la suerte de ver en uso el Planetario, que tiene allí unos 70 años, pero sigue sin apoyos públicos para cumplir su ejemplar tarea de estimular a escolares.

El Moro es el gran Mirador de la bahía de Lima, pero casi no se visita. Ni deportistas, ni escolares, ni visitantes tienen arriba lo que anime a ir. Es un espacio desolado.

Lima necesita prioridades claras y no más de lo mismo.

Proyectos que sí lo sean y no discursos ni pretextos.

Las imágenes que acompañan esta nota de un proyectista espero que ayuden a ver cuáles pueden y deben ser esas prioridades, para que nuestro pasado tenga futuro.

Ya, ahora, para sembrar ese cambio en el presente.