retos y desafios 1

Escrito por Arq. Augusto Ortiz de Zevallos

Los retos y desafíos verdaderos para nuestros centros históricos

Urbanismo • Ed. marzo, 2023

Hay retos, desafíos, y absurdos… El principal reto es que los centros tengan vida y no sean espacios que se abandona y cuya dinámica los vuelve insostenibles. Esto ya pasa en casi todo el Perú.

El patrimonialismo exacerbado y las complejas tramitologías han hecho que casi no hay las dinámicas de diversidad y atractivos que son propias de los centros, cuando más se necesitan.

Y que hoy extensas porciones de ellos sean bolsones inconexos de barrios/dormitorio, donde preservar o restaurar es inviable, porque las inversiones necesarias no hay cómo recuperarlas.

Otro reto, intelectual, es actualizarse y dejar de pensar y de normar como se pensó en Europa y en los años de posguerra. Superar visiones moralistas y paralizantes en que se sacraliza lo que se discute y se desconoce la validez de lo que se argumenta para cambios de criterio que ya son urgentes.

La arquitectura contemporánea respetuosa y que sabe dónde está es la mejor respuesta a los centros. Y la peor ha sido esa otra imitativa que parodia la antigua y se disfraza. Pero que se extendió como receta fácil para conseguir aprobaciones en las épocas del INC.

Esa confusa tramitología llegó en Lima a dar como absurda receta que todo deba medir 11 metros de altura, negando cualquier lógica, pues los centros son lugares de encuentro y diversidad de arquitecturas y lenguajes, de personalidades, identidades y colores. No espacios aburridamente iguales y repetitivos. Al pedir ese “uniforme único” se negaba la naturaleza misma de los centros.

El gran desafío que se viene eludiendo es conseguir que reaparezca vida activa en los centros, respetando a sus pobladores, pero sumando a pobladores nuevos. Esto es posible en el centro de Lima habiendo no pocos edificios vacíos y reciclables. Los edificios de oficinas pueden volverse espacios de viviendas alternativas para jóvenes: estrategia que ha sido exitosa en centros de muchas ciudades analogables. Por ejemplo, en Santiago, donde a los jóvenes que se mudaron al centro se les exoneró de impuestos por unos años.

Reciclar, entonces, debe ser alentado. Esto es una política aceptada en el mundo hoy en ciudades históricas. También lo es informar públicamente sobre proyectos y alentar debates. Estos cambios deben anunciarse y debe generarse “mesas de rehabilitación”, adonde se divulgue y conozca oportunidades y se cree interacciones. El Municipio debe ser un impulsor de esos cambios, un gestor. Facilitar tramites es indispensable. Dejar de pedir como hasta ahora una colección inencontrable de documentos, fotos, firmas de herederos, planos y papeles.

Y se debe dejar sin efecto las amenazas frecuentes (que incluyen hasta acusaciones por fiscalías y otros actores) contra los funcionarios que autorizan proyectos. Hay que dejar atrás un lenguaje de tecnicismos y jerga que nadie entiende (si es que lo entienden quienes lo usan).

¿Es posible cambiar?

Es no solamente posible sino indispensable:

  • porque cambiar ya es urgente (y deseable, además de urgente).
  • porque los edificios en nuestros centros se caen y se incendian, ya que se usan de depósito.
  • porque la pobreza urbana avanza en ellos, y con eso, su conversión en guetos de inseguridad.
  • porque se desperdicia potencialidades, pues vivir en los centros puede ser atractivo y ahorra tiempos diarios.
  • porque, debido a todo esto, en Lima central hay un millón y medio de metros cuadrados vacíos. Abundan los edificios cerrados y tapiados.
  • porque los centros, así como están no son viables, ni sostenibles
  • porque hay que perder el miedo a UNESCO y a esos “cucos” con que nos amenazan. Si vemos que en el mismo París, o en Barcelona o cualquier centro europeo, se hace hoy algo muy distinto a las muy viejas recetas que aquí todavía siguen.

¿Qué tipo de norma tenemos?

Una normativa desactualizada, poco realista y que convierte al remedio en algo peor que la enfermedad. Una normativa que necesita la suma de iniciativa de los Ministerios de Cultura y del MVCS para cambiarla ya.

Se debe definir en su reemplazo pautas conceptuales de cómo hacer intervención contemporánea responsable, y divulgar ejemplos de respuestas exitosas en otras realidades comparables a las nuestras, como son Quito, La Candelaria de Bogotá, Barcelona, Madrid… entre muchas más.

Esa normativa necesita dar herramientas legales para activar los bienes paralizados por litigios de herencias. Esto ya se hace en Colombia.

Una ley de suelo, que no hay, debe darle la base, para que no sean simples reglamentos acumulativos.

Y sumemos una reflexión más, en estos tiempos de perturbación climática.

No seguir suicidando a la ciudad llamando accidentes a lo que son los riesgos propios de nuestra geografía, en que los ríos bajan desde cotas muy altas. Es patente ante los resultados que no hubo ni reconstrucción ni cambios, sino más de lo mismo.

Escrito por

Arq. Augusto Ortiz de Zevallos

AOZ ARQUITECTOS Y URBANISTAS

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