EDITORIAL: MAYO, 2022

La revista Construyendo Obras & Vías, cumpliendo con su misión de una permanente vigilancia de la idoneidad en el proceso de implementación de la infraestructura de transporte que el país necesita, en esta oportunidad, tenemos que advertir del error que estaría por cometer el MTC, al forzar con sus Términos de Referencia para el contrato con el PMO de la Autopista Central (Egis de Francia), a que esta tenga que escoger el trazo, entre un inicio que debiera estar en Huampaní (PE-22), y el fin, que debiera estar en la actual carretera central (PE-22), poco antes de llegar a La Oroya. Este trazo tiene numerosas desventajas, tales como un trazo que no cumple con los criterios de una autopista, implica numerosas expropiaciones, se sobrepone al camino inca (Qhapaq Ñan), se inicia en una zona ya congestionada y caótica, en el extremo este de la Metrópoli de Lima y termina en otra zona congestionada (la ciudad de La Oroya). Mientras que la ruta que se inicia en San Bartolo, no tiene ninguna de esas desventajas, pues casi no existe expropiaciones, recorre sectores en los que sí se puede planificar de manera ordenada, y por sobre todo, si es posible un trazo que cumple con los criterios de una autopista (ver articulo “Alternativas de trazo: nueva Autopista Central” de la edición de mayo del 2021 de esta revista).

El MTC está a punto de aprobar para el próximo mes de junio, la ruta erróneamente forzada que implicaría una inversión de más de 11,500 millones de soles. Hace 10 años, ocurrió algo parecido, cuando el MTC contrató con TdRs errados, al Consorcio consultor del estudio de preinversión de la L2 del Metro de Lima liderado por la consultora italiana Geodata, especialistas en Metros subterráneos. Estos TdRs errados forzaba a que se licitara la L2 del Metro como una concesión APP integral, y además, que se definiera el presupuesto de obra con una insuficiente y deficiente investigación geotécnica (ver articulo “Propuesta de Investigación Geotécnica para el Metro de Lima” de la edición de julio 2021 de esta revista), es decir, pobremente acotada en su presupuesto, y para colmo, con una licitación a suma alzada; todo ello, conducente a la espera de ofertas costosas para el país, y además, sin competencia, como finalmente ocurrió.

Como podemos ver, los TdRs erróneamente elaborados en el MTC, generan un gran daño en el país, sobre todo en los grandes proyectos debido a la magnitud de la inversión. Para corregir esta situación, se requiere, cuanto antes, mejorar apreciablemente el capital humano en el MTC, con una gerencia de alto nivel, que sea quien marque la hoja de ruta en el proceso de implementación de la infraestructura de transporte que el país necesita para su desarrollo.