LA CUESTIONABLE DURABILIDAD DE LA TECNOLOGIA VIAL LATINOAMERICANA

Los albores de la tecnología vial moderna data de los primeros años del siglo XX, cuando se propusieron los diversos ensayos que subsisten muchos de ellos hasta la actualidad, y que forman parte del inventario técnico que se emplea para el diseño y la construcción de las carreteras. Se esta hablando, en el caso de muchos de ellos, de procedimientos longevos con más de 100 años de antigüedad, no menos de 60 años en el mejor de los casos, es decir, cuando las nuevas generaciones de ingenieros viales entran a la vida profesional se encuentran con un repertorio de normas y operaciones ya establecidas, que toman como ciertas y no cuestionables, asumiéndolas por inercia como parte de la normalidad, y obligándose a respetarlas dogmáticamente.

Un ingeniero recién egresado de las aulas universitarias, sabedor de las carencias de su formación práctica y consciente de su inexperiencia profesional en el concierto vial, jamás va a cuestionar el status quo, todo lo contrario, tratará de ocultar su impericia absorbiendo con avidez lo que lea, escuche y lo que observe de los mas experimentados. Habrá aquellos que opten por lo más fácil, no complicarse la vida y dedicarse a las tareas menos comprometidas, pero habrá quienes se aventuren en el campo experimental de los ensayos de laboratorio, del control de calidad, de los diseños de obra, lo que muchos profesionales evaden y nunca consiguen dominar, lo que conlleva a que luego de años de carrera existan ingenieros de oficina que no consiguen establecer una simple clasificación de materiales ni visualizar su composición a través de una curva granulométrica.

En ese afán de superar sus comprensibles limitaciones, los noveles profesionales son influenciados por colegas con mas recorrido pero que paradójicamente pasaron por lo mismo, es decir, “aprendizaje al paso”, mayormente por transmisión oral, adquisición dogmática de conocimientos en forma totalmente empírica y cero ejercicio del pensamiento crítico, obviamente en una estrategia de supervivencia se sigue a rajatabla el lema: prohibido cuestionar nada, menos aun cuando se trata de normas y procedimientos que, por una dependencia tecnológica crónica, cualquier producto proveniente del mundo desarrollado es incuestionable

Es en ese contexto que, en nombre de la excelencia tecnológica, se cometen los más crasos errores sistemáticos como es el caso del empleo del conocido ensayo de “Durabilidad” (Soundness en inglés) que se aplica para el control de la calidad de los agregados para mezclas de concreto hidráulico y asfáltico, un procedimiento netamente empírico cuyos orígenes se pierden en el umbral brumoso del pasado, y que los profesionales novatos reciben como “palabra santa” proveniente del arcano del conocimiento. Pero la realidad es que este ensayo se desarrolló para el caso específico de los países del hemisferio norte, en donde existe la posibilidad real del congelamiento de los suelos y en particular de los agregados de los pavimentos en servicio, debido a la existencia de climas fríos estacionales con temperaturas por debajo de cero, por periodos largos de tiempo. Para esas condiciones la cristalización del agua atrapada dentro de los agregados ejerce presiones intersticiales que degradan las partículas pétreas originando su fracturamiento o desintegración, causando estragos en las vías. En el mencionado ensayo lo que se hace es simular dicho fenómeno mediante ciclos de saturación y secado de los agregados en laboratorio, generando procesos de cristalización empleando reactivos químicos como el sulfato de sodio o de magnesio.

El hecho es que, en una manifestación de una supina incoherencia con la realidad, el ensayo de Durabilidad se emplea en todos los países de Latinoamérica, la mayoría de ellos países tropicales con climas calientes, en donde la posibilidad de congelamiento del agua residente dentro de los materiales de los pavimentos es nula. Obviamente que, en algún momento de la historia de la ingeniería vial de los países de la región, y por obra y gracia de las misiones técnicas o del trasvase tecnológico asistencialista, este ensayo se infiltró en el paquete de especificaciones que eventualmente llegaron, se asentaron y se asimilaron como propias desde hace muchas décadas, ante la carencia de normas nacionales, la incapacidad de análisis o cuestionamiento de los cuadros locales, o por la cómoda dependencia que persiste hasta nuestros días.

Han pasado décadas desde que se instaló el susodicho ensayo en la realidad de los países, habiéndose empleado en cientos, sino en miles de proyectos de carreteras, habiéndose producido en dicho lapso el descarte de muchos materiales originando pérdidas ingentes en la economías de los proyectos y de las empresas y, por ende, en las economías nacionales, en forma totalmente injustificada, y con el agravante actual que en muchos lugares el uso de los reactivos químicos son prohibidos por considerarse como insumos para el procesamiento de estupefacientes. Mientras tanto nadie dice esta boca es mía, ¿quién podría hacerlo vista la realidad planteada en los párrafos iniciales de este documento? Sin embargo, toda la comunidad técnica involucrada esta notificada, los funcionarios públicos sectoriales, los funcionarios públicos de control, académicos, investigadores, profesionales de empresas constructoras y consultoras, y todo aquel que quiera darse por aludido.